domingo, 22 de mayo de 2016

leyenda el cerros Chalpón y Rajado

EL CERRO CHALPÓN Y EL CERRO RAJADO
CRUZ DE DIOS Y CRUZ DEL DIABLO

Los cerros Chalpón y Rajado, cercanos al pueblo de Motupe, fueron dos hermanos gemelos que tuvieron idéntica creación y objeto, ya que eran centinelas avanzadas del Cielo, guardianes de la Ley Divina y anunciadores del triunfo del bien. Como los hombres, nacieron y vivieron, gozaron y sufrieron y morirían también.

El cerro Chalpón, además de la difundida devoción que existe por la cruz que posee, tiene el privilegio de haber sido dedicado a Dios mientras su
hermano, el cerro Rajado, se dedicó al servicio del diablo.
Como pruebas evidentes de ello encontramos las siguientes creencias populares de la región. En la falda del cerro Chalpón, que mira hacia Motupe, existe un jagüey o manantial destinado a dar de beber a los ángeles que allí vivían. Ellos sembraron en ese sitio varias cañas de Guayaquil, para que les ofrecieran sombra y les refrescara el ambiente, privilegios de los que no gozaba el cerro Rajado, que por haberse entregado al diablo, es oscuro, tétrico y negro. 

Para su hogar y reposo, los ángeles construyeron la gruta y el jardín, la propia cueva, la cama de piedra para su descanso y colocaron una cruz, no teniendo el cerro Rajado ninguno de estos distintivos, fuera de la cruz.

El cerro Rajado lleva este nombre por ostentar una raya muy ancha, producida por un sablazo que el arcángel Gabriel pretendió darle al diablo, pero el diablo al esquivarlo, cayó sobre el cerro, produciéndola la raya que le sirve de distintivo, para que todo aquel que viviera o visitara ese cerro sufriera su maligna influencia. Los mismos ángeles encantaron el pozo que se formó por aquel sablazo, del que brota agua sucia y pestilente, y cuyo encantamiento consiste en que lo que cae en él no podrá ser hallado jamás.

Como el cerro Chalpón se había dedicado a Dios, la cruz que se colocó es objeto de adoración, devoción y fe, en prueba de triunfo de la verdad
cristiana, con el agregado de que cuando fuera encontrada por los hombres se convertiría en milagrosa intercesora entre ellos y el Cielo.

En cambio, la cruz colocada en el cerro Rajado serviría para representar la influencia del Mal, y estaba decretado que cuando fuera encontrada por los hombres, en previsión del peligro que encerraba, se convertiría en tierra. De allí se explica el porqué cuando esta cruz fue hallada, por los mismos que descubrieron la del cerro Chalpón, se convirtió en polvo en sus manos, mientras que la del cerro Chalpón aún hoy es objeto de veneración, porque es la cruz de Dios.

EL VOLCÁN DEL CHALPÓN

EL VOLCÁN DEL CHALPÓN


Cuando la Cruz de Chalpón es bajada del cerro donde fue puesta por el padre Juan Abad, hacia Motupe para la celebración de su fiesta, tanto en febrero como en agosto de cada año, un fuerte rumor se escucha en las entrañas mismas del cerro durante la ausencia de la Cruz por su permanencia en la ciudad.
El persistente rumor, como si un río interior recorriera las entrañas del cerro, se escucha con persistencia, mucho más a la hora en que termina la tarde y las sombras invaden los espacios provocando un profundo temor en los vivientes y visitantes que por esos días, a pesar que la Cruz de Chalpón no se encuentra en su habitual morada, llegan hasta el mismo santuario a cumplir con su promesa religiosa.

Algunos piensan que es un volcán de agua que corre en las entrañas del cerro y se manifiesta a través de la filtración de la roca formando el manantial de cristalinas aguas en el lugar llamado Guayaquil. Otros los atribuyen  a la cólera del cerro, que ruge porque la Cruz de Chalpón es llevado a la ciudad. Algunos aseguran que la ausencia del sagrado madero despierta la cólera del coloso Chalpón.

LA VIUDA

LA VIUDA

A la media noche la luna brillaba en todo su esplendor. En el cielo estrellado parpadeaban en lontananza millones de grandes y pequeños astros. De vez en cuando un astro errante, con su estela luminosa, cruzaba el firmamento y un lucero, como un farol prendido en la techumbre de la bóveda celeste, cercana a la Cruz del sur, no dejaba de dar su luz. A esta hora, en que la calma llena todos los rincones de los campos, quebrada de vez en cuando por el nítido grito de los rapaces nocturnos que abandonan sus nidos y, por en medio del silencio tétrico, un adelantado quiquiriquí salido de la estentórea garganta de un ajiseco somnoliento, a cualquiera en la solitaria noche se le crispa los nervios y deja sin palabras, éstas parecieran huir de la boca y un padre nuestro mental aflora de las neuronas.
Esa noche don Juan preparó su ágil caballo para retornar a casa desde Marripón. Con los silencios que asustan, con las visiones que la mente va creando, formando demonios ditiramberos salidos por el exceso de adrenalina, y fantasmas traviesos que se esconden en las sombras de los grandes árboles, a trote lento el jinete avanzaba. Sujetaba la acémila cuando en un recodo del camino, parada bajo un árbol de palo blanco, vio a una mujer vestida de negro y con un tul del mismo color  que le cubría el rostro. Al parecer esperaba quién la acompañara en su caminar desconocido. Al verla, el gentil hombre detuvo su caballo y, brindándole su amistad a la desconocida, la invitó a subir al anca del animal para llevarla a su destino. La dama, sin pronunciar palabra alguna, subió con facilidad.
Un largo mutismo acompañó a los dos cabalgantes nocturnos hasta que el caballero inició la conversación: - ¿Qué hacía a esta hora mujer tan hermosa como usted en un camino tan solitario; acaso no tenía miedo? La mujer, como si no fuera con ella, nada respondió. Intrigado, aquel caballero insistió: - señora, para mí ha sido una suerte encontrar a tan bella dama en medio la noche solitaria, enfático y galante se expresó. Pero la hermosa mujer siguió sin pronunciar una sola palabra hasta que llegaron a la casa bordeando las tres de la madrugada. A esa hora los perros comenzaron a aullar, los gallos del corral se asustaron, los pavos volaron de su dormideros y hasta la vaca mugió como si una extraña visión las hubiera aterrorizado. Un viento helado agitó las ramas y las vainas verdes y maduras del algarrobo se precipitaron a tierra como si una fuerza natural sacudiera el árbol.
El hombre bajó atemorizado del caballo, tocó la puerta de la casa con insistencia y al salir su hija, asustada, le ordenó que preparase rápido un lugar para hospedar a la dama que encontró en el camino. Cuando fue a buscarla para hacerla pasar, a un lado del caballo encontró sólo el vestido negro y el tul envolviendo un montón de huesos humanos.
Cuando volvió en sí por la ayuda que le proporcionaron los familiares, dijo: - es la viuda que tarde, por la noche, acecha los viajeros en los caminos. ¡Dios mío de la que salvé!

EL JARDÍN ENCANTADO


                                    EL JARDÍN ENCANTADO


El la cima del cerro donde se venera la Cruz de Chalpón, en el distrito de Motupe, existe un hermoso jardín. En este lugar crecen las más bellas y raras flores que brillan en conjunción extraordinaria con los rayos del sol ; rosas azules y negras que en las noches de plenitud atraen con su fragancia  a vizcachas, zorillos, mucas, zorros y venados, flores rastreras que forman alfombras multicolores donde las avecillas se posan para probar el exquisito néctar; árboles cuyas inflorescencias parecen piedras preciosas que cuelgan de las ramas y donde anidan variedad de avecillas que, al iniciarse el alba, inundan de melodías los espacios de aquel paraje. Asimismo, cuando el sol se hunde en el crepúsculo atardecer, las estrellas parecen que gozan en intermitentes parpadeos.

Este hermoso y extraño jardín es regado por un cristiano que serpenteando y murmurando ininteligibles presagios desaparece entre las rocas de granito para verter sus aguas cristalinas en el jaguey el mismo que bajo la roca inmensa del Chalpón  brota lleno de misterios. Esta agua fresca aplaca la sed de los miles de devotos que veneran la Cruz de Chalpón.

Muchas personas llegaron, según historias contadas, a venerar a la Cruz de Chalpón atraídos por la curiosidad de conocer el jardín encantado, subieron en busca de éste, iniciando el ascenso por el abrupto roquedas, primero sintieron una fragancia indescriptible de capaz de atraerlos con una fuerza tan extraña, que impulsa a las personas a continuar el camino. Una vez en el jardín, llenos de emoción profunda, sin saber que flor tocar ni olor que aspirar, poco a poco fueron olvidando el camino por donde llegaron. Enredaderas de flores azules y rojas, intentaban aprisionar a los visitantes. Más allá, los venados saltando entre los follajes, dejando brillo de sus cuernos y pezuñas. Una intensidad de  trinos, aromas y colores aturdían a los visitantes hasta dejarlos dormidos en el verde césped sin poder salir jamás de este misterioso lugar. Cuentan los fieles vecinos de Motupe que el jardín encantado es cultivado por el demonio con el fin de atraer a los fieles creyentes de la Cruz de Chalpón y llevarlos al reino de las tinieblas. 

WASHINGO

                                                        WASHINGO




Washingo, era un campesino pobre como muchos que viven en las campiñas y que están a expensas del miserable jornal que les pagan los dueños de las tierras. Washingo, que visitaba siempre la ciudad, había visto cómo vivían las personas acomodadas, y en alguna oportunidad se preguntó, lamentándose de su pobreza: ¿Por qué no tengo dinero como otros? Y siempre, encorvado, arrancando el fruto de la tierra para otros, sudorosos, apenas levantaba la cabeza ubicar para ubicar al astro redondo y colorado, de cuya posición dependía  para calcular la hora o para beber a sorbos el agua fresca del calabazo.
Trabajaba sin descanso desde que el dueño  de la luz asomaba por las cumbre agitando su cabellera dorada para lanzar las rubicundas saetas de la aurora hasta que, tenue, como moribundo cirio,  se abrazaba al crepúsculo, envolviéndose finalmente en el negro manto de la  oscura noche.
Con el trajín de todos los días, Washingo caminaba cabizbajo, tal vez parafraseando su nostalgia  en un rumor ininteligible. Llevaba su alforja sería devorado en un solo instante cuando el hambre lo apurara. Había trabajado largas horas, como de costumbre, pero  de pronto, como impedido por una fuerza desconocida, levantó la cabeza dirigiendo su mirada atraída involuntariamente hacia el cerro Sonolipe y avistó un brillo intenso que le impedía mirar con tranquilidad. Su corazón aceleró los latidos por la emoción indescriptible; más, reanimándose, avanzó para descubrir el objeto bruñido que despedía tan intenso brillo. Washingo se quedó paralizado cuando frente a él, y a unos cuantos metros, estaba una pared construida con ladrillos de oro, que resplandecían al choque lumínico de los rayos solares.
El pobre campesino, después de salir de su asombro, sacó el calabazo con agua y también el fiambre y, sin dejar de mirar la dorada pared, los arrojó entre los arbustos y se lanzó con ansiedad incontenible para coger los ladrillos. Los acariciaba de una manera extraña, nada humana, tomó dos ladrillos y con inusitada alegría los puso en su alforja y, olvidándose del trabajo y la choza, siguió el sendero más corto para llegar a la ciudad.
En el trayecto, todo un rosario de sueños pobló su humilde corazón, pero a medida que iba avanzando se le fueron evaporando, llenándose de orgullo, porque la riqueza enferma de vanidad a los incultos. Y Washingo que era tan simple, se ufanó hasta el delirio con el dorado metal. Con sus ladrillos de oro, cambiados por dinero corriente, emprendió aquel viaje de placer y despilfarro, algo que nunca en su vida hubiese podido realizar de haberse encontrado tan rara fortuna. Washingo bebió en una y en otra cantina; tomó y probó de los más caros y exquisitos licores. Se hizo servir de los mejores potajes y desde que se supo de su fortuna, tuvo mil amigos a los que daba de comer y beber. Pero nunca dejó de hablar de sus ladrillos de oro. Creyéndose el hombre más rico de la tierra, comenzó a despreciar a los suyos, y la vanidad le creció hasta el extremo de olvidarse de su choza y su raza. Caminó erguido, despreciando con la mirada a los que por delante se le ponían. Pero un día, cuando ya el dinero de la venta de los primeros ladrillos se le terminaba, ni bien el alba despuntó, llenando de trinos y esperanzas al mundo entero, Washingo echóse a andar ligero, con la alforja al hombro. Llegó al cerro Sonolipe, más su alegría y su vanidad en desesperación se trocó porque no encontró ni señas de la pared de ladrillos de oro. Desesperado arañó la tierra, gritó con todas sus fuerzas y lanzó mil imprecaciones maldiciendo su suerte.

SIMÓN MON EL DIABLO

SIMÓN MON EL DIABLO



En los tiempos en que los recaudadores perseguían a los contrabandistas de aguardiente, un pobre hombre que vivía en el caserío Palo Blanco traía el líquido animador de fiestas, negocios y pactos secretos. El “yonque de cordón” como suelen llamar a ese licor cuando es de buena calidad era destilado en los afamados trapiches de Penachí, lugar conocido por la elaboración del mejor yonque de esa zona andina.
La enorme demanda del buen yonque de Penachí, consumido en todas las fiestas de la franja andina como Colaya, Huaratara, Canchachalá, Ullurpampa, Penachí, Kerguer, Chiñiama y hasta la lejana Huallabamba y en todos aquellos poblados donde se celebra una fiesta religiosa, produjo una gran escasez del líquido animador de las más bullangueras juergas. Por esta razón, el comprador tuvo que ir en busca de tan cotizada mercancía a las alturas de Salas a la Shita y la Pescadera.
Cuando regresaba tarde de la noche, con sus odres llenos de aguardiente, perfumando a su paso los caminos solitarios, con ese olorcillo convidador y fiestero, sintió a lo lejos, en el silencio de la profunda noche, el tropel de un ágil caballo que se acercaba veloz. El humilde comerciante temeroso, pensó que se trataba del recaudador que andaba haciendo sus pesquisas. De inmediato inquirió que su mercancía sería decomisada por este empleado del gobierno que vigilaba los caminos y trapiches, para que productores y comerciantes pagaran sus impuestos.

De pronto, como salido de la negrura de la noche, frente a él estaba el apuesto y misterioso jinete, vestido de blanco, contrastando con el color de la noche y el brioso corcel que montaba. El animal bien enjatado relinchó en el silencio de la penumbra y luego el extraño personaje desmontó. El comerciante con suma humildad y temblando de miedo se le acercó y dijo: Buenas noches señor. El hombre de blanco, sin mostrar el rostro, replicó: no me llames señor, soy tu amigo; de dónde bueno y a estas horas? – Disculpe, por favor comprenda que soy un humilde padre de familia, - argumentó suplicando el vendedor de aguardiente, sin poder controlar su nerviosidad-, pero aquel extraño hombre como salido de las sombras mostrando amabilidad persuasiva, dijo : No temas, si tú quieres yo te ayudo y conmigo tendrás mucho dinero. De súbito el canto del madrugador gallo anunció el claro amanecer, aproximándose con el lejano fulgor de las estrellas. Un vientecillo frío agitó el follaje de los árboles cercanos y un largo relincho despertó a las aves y a los zorros que descansaban en sus madrigueras.  
Bueno amigo, dijo el gallardo jinete, hasta aquí ha sido la compañía. Cuando se anime a que le dé un apoyo, me busca en el cerro Tres Puntas, siempre a las doce del día, y me llama. Ceremonioso, recomendó: primero lanzarás tres silbidos bien fuertes, luego gritas con todas tus fuerzas ¡Simón Mon! Tres veces consecutivas. Dicho esto, por encanto desapareció y el misterioso canto del gallo se escuchó lejanamente.


El comerciante de aquel licor andino que vierte coraje al poblador que esconde sus complejos en el subconsciente, dio un grito aterrador desplomándose frente a la puerta de su casa. La esposa, al abrir la puerta presurosa, encontró a su marido brotándole espuma por la boca. Había visto en los solitarios parajes a Simón Mon, el diablo. 

cerro la vieja

LEYENDA DEL CERRO LA VIEJA DE MOTUPE
Nuestro Señor Jesucristo llegó al sitio descampado arenosocercano a Motupe, en donde hoy se encuentra situado elcerro llamado de la vieja.
El señor venia cansado, sudoroso fatigado y sediento yhabiendo divisado una lejana choza se encaminó hacia ella,encontrando en la puerta a un matrimonio formado por dosancianos , Jesús le dijo a la mujer "Dame un poco de aguapara calmar mi sed" , pero la vieja le repuso de mala manera:"No tengo nada que darte". Entonces el señor le pidió almarido que le vendiera una hermosa sandia, de las que seencontraban en uno de los ángulos de la posada, pero elviejo negó tenerlas. El señor dijo señalando las sandias "Yesas ¿Qué son?
"piedras“ dijeron a unísono ambos viejos.

El señor medito brevemente y pronunció su maldición, diciendo:"pues si son piedras en piedras se convertirán y ustedes también".Y súbitamente el montón de sandillas se convirtió en un montón depiedras, que son las que forman el centro mismo del cerro; la vieja
se torno en la piedra más grande, que de lejos da el aspecto de una
anciana y el viejo se volvió la piedra más pequeña, que ostenta lascaracterísticas de su edad.
Y para que se pueda producir el desencantamiento, se precisa quenuevamente el señor Jesucristo llegue a ese mismo sitio, en el
mismo estado de cansancio y de sed, que se repita nuevamente la
escena primitiva y que los viejos ofrezcan al viajero el agua de lacaridad, que borre su falta.
El cerro de la vieja llamado también cerro de Errepón se encuentra
situado al suroeste de Motupe, a cosa de 8 km de este pueblo.es un
cerro aislado, solo,único en la pampa, hacia la margen izquierda delrío de Motupe. La pampa es árida, escueta,sin más vegetación en laépoca de lluvia que algunos arboles de zapote y unos cuantosarbustos de bichayo.

EL MISTERIO DE LA HUACA MARRUFO


Pobladores de motupe narran que cuando pasan cerca de la Huaca Marrufo, ubicada en el sector rural de Chitarra, a la hora de crepúsculo despertino, ven subir de la Huaca una pata seguida por doce patitos de oro. la pata con sus doce hijos del color del aureo metal, brillando intensamente al choque de los rayos solares de la tarde camino de locaso, despierta la codicia de los transeúntes que logran observarlos.Impelidos por la fuerza de la ambision que provoca el metal precioso, se lanzan cual audaces cazadores tras las aves de oro que nunca pueden ser atrapadas por ningún mortal.
las misteriosas aves caminan indiferentes y se pierden en el chaparral sin que nadie la pueda coger. las personas que intentaron cazarlos, por mas que emplearon sagacidad, rapidez y voluntad, nunca lograron su objetivo quedando alrededor de la Huaca un raro resplandor de misterios.

AGUA BENDITA DE MOTUPE

AGUA BENDITA DE MOTUPE

AGUA BENDITA DE MOTUPE Cuentan los pobladores que hace mucho tiempo, un joven fraile que se llamaba “Juan Abad” llegó a Motupe y que a él le gustaba peregrinar. Entre sus peregrinaciones llegó a un publicito muy cálido llamado “Chalpón”, en un sitio llamado “El Zapotal” en donde el fraile le gustaba caminar. A él se le veía subir y subir los montes muy empinados. Al comienzo nadie sabía por que, a veces se le veía por lo alto del monte y desaparecía por muchos días para luego regresar. Para subir a ese monte que era muy alto y pedregoso, usaba un bastoncillo que el mismo hizo. Un día, le dijo a la gente que él hacia ese sacrificio por que Dios le había dada una misión que tenía que cumplir. Pasó mucho tiempo y el fraile antes de despedirse dijo a algunos de sus amigos que busquen un madero de guayacán con el que había construido una cruz que lo había dejado en lo alto del empinado cerro, también dijo que allí encontrarían algo que iba a ser la prosperidad del pueblo. Mucho intentos hubieron hasta encontrar la cruz. Cuentan que el día 5 de agosto de 1868, subieron varios hombres entre ellos un joven llamado José Mercedes Anteparra de 22 años, que trepando con sogas llegó hasta una piedra donde brotaba agua, que era transparente, pura y cristalina; esta agua se podía beber, pero lo sorprendente es que no se sabe de donde podía venir. Al lado encontraron una ollitas y se piensa que era ahí donde cocinaba el fraile. Lo increíble que pasa es que no se encuentra ningún río por ahí, por que está en lo alto del cerro. La gente dice que allí debe existir un volcán de agua que brota de adentro de la tierra. Después, encontraron más arriba una gruta, en un monte con pocos árboles y ahí encontraron la Cruz. Desde entonces el pueblo la venera en ese mismo lugar por que el fraile dijo que ahí debe permanecer. Desde entonces la gente católica del Perú y hasta del extranjero la visitan y cuentan los milagros con los que han sido bendecidos. Cuentan los pobladores que esa agua bendita nunca se ha secado, a pesar que allí llueve muy poco, ha habido muchos años de sequía y los visitantes que llegan a diario, beben, se refrescan y hasta la llevan en botellas para bendecir a sus familiares o a sus casas. No encontramos bibliografía escrita referente a esta manantial que se le ha llamado el “Agua Bendita de Motupe”, todas las referencias hablan de la Cruz y la Historia de cómo nace la devoción de los creyentes en la “Santísima Cruz de Motupe” sin embargo esta Agua, ha sido una fuente importante para que tanto los pobladores como los visitantes se abastezcan este líquido elemento, que inclusive sirve para beber. Para poder llegar hasta el sitio donde se encuentra “El agua bendita de Motupe” desde Chiclayo hay que ir hasta Motupe (capital del distrito), luego se toma otro carro para “El Zapotal” que es un pequeño asentamiento donde viven algunas personas que tiene sus pequeños negocios de venta de recordatorios alusivos a la Cruz de Motupe y algunos restaurantes. De allí hay que subir caminando un cerro empinado donde permanece la “Santísima Cruz de Motupe” el recorrido es de más o menos 02 horas a pie.

Cruz del Cerro Rajado en Motupe sería 'eslabón perdido' de fray Juan Abad

Cruz del Cerro Rajado en Motupe sería 'eslabón perdido' de fray Juan Abad

Cruz del Cerro Rajado en Motupe sería 'eslabón perdido' de fray Juan Abad El hallazgo de la Cruz en el cerro Rajado , ubicado en el sector que lleva el mismo nombre en el caserío La Fortaleza del distrito de Motupe en 1941 , conmocionó a los pobladores conllevándolos a creer, que esta confección fue hecha por el fray Juan Abad y sería el eslabón perdido que dejó el sacerdote ebanista, de esta manera se completaría el triángulo de Cristo, junto a las cruces de Motupe y Penachi (Salas). BÚSQUEDA Un equipo periodístico del diario La República , al tener conocimiento de este hallazgo, se trasladó hasta el distrito de Motupe, un lugar muy conocido por muchos visitantes nacionales y extranjeros por el fervor religioso hacia la Cruz de Chalpón . En el lugar nos esperaban dos jóvenes, quienes serían nuestros guías para llegar al caserío La Fortaleza que se encuentra a 50 minutos del distrito. En una mototaxi que fue el medio de transporte para llegar a la zona, cuyo camino carrozable se encontraba rodeado por una intensa vegetación. Así transcurridos los minutos, llegamos al lugar, siendo recibidos por el agricultor Pablo de la Cruz Pérez , un hombre de 72 años, quien ha sido un vigilante celoso y que ha cuidado hasta con su vida este madero. Sin esperar más, bajo el ardiente sol de la zona nos echamos a andar, junto a él y otros pobladores, cerca de 30 kilómetros por un bosque seco , con el propósito de llegar al lugar y escalar el cerro para observar la cruz. Hallazgo Durante el camino que agotaba nuestra respiración, debido al paso cansado originado por la arena que invadía nuestros calzados, Pablo nos contaba que una mañana del 5 de junio de 1941 , sus padres Manuel de la Cruz Sausa y Manuela Pérez Castro, se encontraban en las faldas del cerro Rajado pastoreando durante horas a sus ganados, en ese momento se encontraron con cinco visitantes , quienes buscaban los restos de un avión que días atrás se había estrellado cerca al cerro, Manuel con el propósito de observar dicho panorama les promete a los foráneos llegar hasta el lugar de la tragedia, fue en ese instante en que su pequeño hijo Pablo interrumpe la conversación para alertarlo que hacía falta 15 cabras. Ante la noticia Manuel junto a su esposa y los visitantes se treparon al cerro para divisar a sus animales, al no hallarlos, descienden, y ya estando a poco metros de las faldas del cerro, escucharon los gritos de las cabras, las mismas que se encontraban en una gruta ubicada a 200 m.s.n.m. , aunque parezca poco creíble, asegura Pablo, no se explica cómo llegaron hasta casi la mitad del cerro sus animales. Fue entonces que sus padres volvieron a treparse para rescatar a sus cabras, las mismas que estaban enredadas por un planta llamada zarza, en ese instante Manuel derribaba con un machete en mano cada planta, llevándose la sorpresa que en esa gruta se hallaba el madero . Al descubrirlo quedó estupefacto -según cuenta Pablo- porque vio una irradiante iluminación que rodeaba el rostro de cristo que se encontraba tallado en el madero , además se mencionó que se encontró una pequeña Biblia y una piedra en forma de águila. Mientras continuábamos caminando y pocos metros de escalar el cerro, el hombre de 72 años recordaba con lucidez que el 5 de mayo de 1950 llegó hasta el lugar el arzobispo de la ciudad de Trujillo , monseñor Aurelio Guerrero para dar la bendición a la cruz. Después del hallazgo Pablo cuenta que su padre celebró las ferias en honor a la cruz, al igual como se celebra la Cruz de Motupe , hasta que falleció en 1972 y la festividad perdió su regocijo, quedando al cuidado de Pablo de la Cruz, quien a pesar de su edad logró escalar los 200 metros de altura para llegar a la gruta del madero. En el lugar los feligreses iniciaron una liturgia pidiendo a su cruz que los bendiga con amor, salud y unión en Cristo. Finalmente, Pablo, quien es presidente de la Hermandad de la Cruz del Cerro Rajado, asegura que este madero es el “eslabón perdido” de las tres cruces de fray Juan Abad. Iglesia respalda la devoción hacia la cruz del cerro Rajado El sacerdote del distrito de Motupe, Santiago Gonzáles Gamonal, precisó que este madero podría ser el tercer eslabón que dejó el Fray Juan Abad , por ello se sumará a los trabajos que viene realizando la hermandad, con el propósito que los feligreses conozcan la gruta en la que fue hallada y el madero sea venerado por la inquebrantable fe de sus devotos. Según la historia, Entre los años 1860 y 1865, el Fray Juan Abad, religioso de la orden franciscana vivió en los pueblos de Olmos, Motupe y Penachi, lugares que convirtió en un sitio de oración en búsqueda de la santidad, es por ello que confeccionó tres cruces, las cuales dejaría en los cerros de los lugares antes mencionado. Sin embargo, los pobladores de cerro Rajado, aseguran que una de estas, fue dejada en su sector, siendo el eslabón perdido que han buscado por un siglo. CLAVES El caserío La Fortaleza, tiene una población de 100 habitantes , quienes se dedican a la agricultura y ganadería. Las viviendas se encuentran dispersas por toda la zona.